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Me llamo David y me encanta la música celta y sobre todo desde que fui a Ortigueira 2005. Entre mis grupos favoritos están The Chieftains, Gwendal, Carlos Nuñez, La Musgaña (folk castellano), El Espíritu de Lugubre, Milladoiro, Lyam Oflynn, Luar Na Lubre... (anagrama6@hotmail.com)

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Rey Arturo. Parte III

Como mito el Rey Arturo ha pasado a la iconografía popular como sinónimo de inteligencia, honor y lealtad. Su espada (Excalibur), un símbolo del poder legítimo. Su capital, Camelot, un lugar idílico de igualdad, justicia y paz. El hecho de que Arturo y sus Caballeros se reuniesen en torno a una Mesa Redonda, parece indicar que Arturo era, conforme a la expresión latina, un primus inter pares, que significa primero entre iguales. El rey Arturo fue un símbolo también de la mitología alemana. En otras leyendas también se cuenta que Morgana era una bruja de magia negra, una nigromante y que ella misma con su magia negra mato al legendario Merlin. Al final se dice que Arturo acabó con ella.

A mediados del siglo V comenzó la colonización en masa de la antigua provincia romana de Britania (Britannia) por parte de tribus germánicas (anglos, jutos y sajones) procedentes del norte de Germania y de Jutlandia, produciéndose con ello la conquista gradual de la isla, que no culminaría hasta el 825, fecha en que los anglosajones alcanzaron la península suroccidental de Cornualles (Kernow).

Los ingleses llaman a esta época los "Dark Ages", los evos sombríos, pues apenas hay crónicas disponibles durante este período, si se exceptúa la obra de Gildas "De Excidio Britanniae". Ésta es la época en la que vivió el legendario Rey Arturo, que no era más que un caudillo celta que, al estilo de Vercingétorix, unió a las tribus británicas contra un invasor al que, por lo demás, combatió con éxito.

Los germanos invadieron en primer lugar la costa oriental de la isla: Primero Kent, luego Sussex, el valle del Támesis, Wessex y la zona de York (Deira), para más tarde proceder hacia el interior. Alrededor del año 500 las crónicas continentales mencionan que los británicos habían derrotado a los sajones en la batalla del Monte Badón (Mons Badonicus), en los alrededores de Bath. El avance germano se detiene hasta el 556, en que los romano-británicos son derrotados en la batalla de Deorham (Durham), reanudándose con ello el avance anglosajón.

Según la tradición, Arturo fue el caudillo que derrotó a los sajones en el monte Badón, y que puso en jaque durante varias décadas no sólo a los sajones, sino también a los pictos y a los piratas irlandeses que asolaban la costa oriental. De ahí que fuera recordado con veneración por la memoria popular, que hizo de él un adalid de la patria celta, considerándolo no sólo como un rey benefactor en tiempos pretéritos, sino también como una especie de futuro Mesías céltico que vendría a liberar a los galeses y a los córnicos del yugo inglés.

En la actualidad existen numerosos autores que creen haber identificado el origen del mítico rey Arturo en la historia de un general britanoromano llamado Lucio Artorio Casto o Lucius Artorius Castus, nacido en Cornualles en el siglo V. Este general provenía de una estirpe de militares romanos afincados en Britania desde al menos el año 180 después de cristo.

Los Castos no dejaron Britania cuando las últimas legiones romanas abandonaron la isla a su suerte, sino que trataron de crear un último bastión latino en torno a la ciudad de Camulodunum (la legendaria Camelot, la actual Colchester). En 475 ya era oficial de caballería, al mando de un cuerpo de jinetes de origen germano y sármata en su mayor parte. Los nombres de algunos de sus soldados recuerdan fuertemente a los de los caballeros de la leyenda, como Cayo (Kair), Betavir (Bedwyr) o Valvanio (Gawain). El único que no encaja con ninguno es Lancelot, seguramente un añadido puramente medieval como representante del ideal caballeresco, que tomaría su nombre del arma favorita de la caballería, la pica o lanza. La reina Ginebra habría nacido de la fusión entre el recuerdo de las dos mujeres de Artorio, las britanorromanas Leonor de Gwent, de la que se divorció tras abandonarlo por otro hombre, y Ginebra, antigua criada suya con la que se desposó en 506.

Los logros militares de Artorius son indiscutibles en el marco de invasiones constantes en que se desarollaron. En la década de 480 repelió una gran invasión celta procedente de Irlanda y en 493 derrotó estrepitosamente a un gran ejército anglo en la Batalla de Badon, tras la cual obligó a firmar una paz perpetua a este pueblo germánico. Extendió su influencia hasta el antiguo Muro de Adriano, aunque cedió el gobierno de la parte norte a su sobrino adoptivo Merdrautus (evidente molde del futuro Mordred), y se proclamó sucesivamente Magister militum, Regissimus Britanniarum y Emperador. Murió en 514 en el fuerte norteño de Aballava (la mítica Ávalon), junto al Muro de Adriano, adonde fue trasladado después de ser herido en una batalla contra Merdrautus, que se había rebelado contra él. A su muerte se recrudecieron las guerras en Britania y su proyecto de reino latino en la isla se convirtió sólo en un recuerdo.




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